2. Producción de energía:
En este apartado los problemas se plantean desde dos localizaciones:
- Centrales eléctricas nucleares: el proceso nuclear genera una gran
cantidad de residuos radiactivos, que deben almacenarse en las
dependencias de la misma central y en depósitos especiales para material
radiactivo. Producen contaminación de aguas (con las que se refrigera),
- Reactores nucleares: constituyen unidades energéticas móviles e
independientes, generalmente utilizadas para la propulsión de submarinos
y portaaviones de los ejércitos. Su peligro potencial es inmenso:
El riesgo de accidentes obliga a extremar las precauciones en el manejo de estas naves, pues una colisión, significaría la propagación en el mundo marino de la contaminación radiactiva.
El funcionamiento de estos reactores implica la producción de residuos contaminados, que han de ser depositados en algún lugar.
Riesgo de exposiciones a la radiación por parte del personal de las naves, debido a negligencias o averías.
Posible utilización de material bélico nuclear (después de Hiroshima y Nagashaki, no es necesario explicar sus posibles efectos).
3. Aplicación en medicina, industria, investigación y transporte:
De todos es de sobra conocido el tristemente famoso caso del acelerador
de partículas en el hospital de Zaragoza. El fallo producido en la bomba de
cobalto provocó la muerte de más de 20 personas. Este suceso es lo
suficientemente descriptivo, para tomar en consideración la potencial
peligrosidad de los elementos radiactivos.
Otra aplicación es la utilización, por parte de la industria, de materiales
irradiados para obtener medidas de densidad espesor, etc.
Los peligros que esconden muchos centros de investigación y experimentación nuclear, son tan variados como el tipo de trabajo que se esté realizando en ellos. Y en la mayoría de las ocasiones desconocidos.
4. Clausura de centros nucleares:
El problema principal que se plantea a la hora de clausurar estas
instalaciones es ¿qué hacer con los residuos radiactivos acumulados
durante años?
Lo más corriente es que los residuos de alta actividad de almacenen en
piscinas dentro de los recintos de las centrales nucleares y los de baja y
media actividad se envíen a cementerios nucleares.
En resumidas cuentas, la clausura de centros nucleares suele ser más
peligrosa y costosa que su puesta en marcha.
La existencia de las instalaciones nucleares, aparte del peligro potencial de
accidente al estilo Chernobil, del peligro de radiación permanente que
sufren sus trabajadores, de la liberación a la atmósfera y a las corrientes
fluviales de partículas radiactivas, derivadas del funcionamiento normal de
la central, de la producción de residuos radiactivos de larga vida, etc.,
también produce un freno al desarrollo económico de la zona (aparte del
generado por la propia instalación), ya sea por coartar el turismo, por
limitar las actividades agrarias o ganaderas o por ser el foco y la causa de
conflictos sociales.
La manifiesta peligrosidad de esta fuente energética y de las instalaciones
que la soportan, es fácilmente observable, si analizamos la excesiva
frecuencia en que se produce algún tipo de accidente o anomalía, teniendo
en cuenta los datos y las estadísticas conocida. Pero, ¿cuantos incidentes
no habrán trascendido a la opinión pública por conveniencia de los poderes
políticos y económicos? ¿Cuantas cuestiones desconocemos, debiendo
conocerlas? ¿Qué consecuencias nos traerá a la larga toda esta historia?
Es difícil saberlo.
Las espectaculares consecuencias de un accidente nuclear, como el caso
de Chernobil, los devastadores efectos de los usos bélicos nucleares, el
potencial peligro de sabotaje por parte de elementos terroristas, la
candidatura a objetivo preferente en caso de conflicto bélico y el partidista
e interesado manejo político al que se presta la tecnología y la industria
nuclear, debería hacernos desistir de seguir por el camino de la locura
atómica, que sólo nos puede llevar al desastre
Fuente: http://www.manueljodar.com/pua/pua4.htm